sábado, 15 de junio de 2013

VIDA Y OBRA DE ESCRITORES CHILENOS

 
GABRIELA MISTRAL

Biografía

Lucila Godoy Alcayaga, que más tarde adoptará el seudónimo de Gabriela Mistral, nace en Vicuña, pequeña población del valle de Elqui (Chile), el 6 de abril de 1889. Hija del maestro de escuela Juan Jerónimo Godoy y de la modista Petronila Alcayaga, su infancia transcurre entre las aldeas de La Unión y Montegrande, adonde se traslada su madre tras ser abandonada definitivamente por su esposo en 1892. Las canciones campesinas, el ambiente bucólico de una humilde casa rural situada en el valle de Elqui y las enseñanzas de su hermanastra Emelina Molina Alcayaga son las principales influencias durante esos tempranos años en los que descubre la naturaleza genésica con la que se identifica: montañas, ríos, frondosos árboles, frutas, pájaros y flores de colores fantásticos que rondarán su mundo poético.
Abandonada por el padre, esta mujer de naturaleza enfermiza pero recia voluntad supo encontrar desde muy temprano en la poesía la forma de trocar en canto su sufrimiento y su dolor. Tenía tan solo 11 años cuando la injusta acusación de haber robado el material didáctico que le habían encargado la hizo salir apedreada por sus compañeras de la escuela de niñas de Vicuña. De allí se retiró para ser educada por su hermanastra, quien supo orientar su formación pedagógica y alimentar con su ejemplo la vocación docente de Gabriela. La presencia de Emelina, 15 años mayor que ella, unida a la de su abuela Isabel Villanueva, quien le transmitió el conocimiento de la Biblia, serán las imágenes familiares más influyentes en la vida de la poeta y aparecerán más tarde unidas en un único e indisoluble recuerdo: «La Maestra era pura. ‘Los suaves hortelanos’, / decía, ‘de este predio, que es predio de Jesús / han de conservar puros los ojos y las manos, / guardar claros sus óleos, para dar clara luz’».
En este proceso de formación autodidacta resultará igualmente fundamental el contacto con el periodista Bernardo Ossandón, quien le permite acceder libremente a su magnífica biblioteca y conocer la poesía de Federico Mistral, los novelistas rusos y la prosa de Montaigne, y le brinda su orientación y su apoyo hasta el momento en que Gabriela publica en el periódico El Coquimbosus primeros artículos y sus primeros versos, con el nombre de Lucila Godoy.
A los 16 años decide seguir la carrera de maestra, para lo que solicita su ingreso en la Escuela Normal de La Serena; pero es rechazada porque sus ideas, que habían aparecido reflejadas en algunos artículos periodísticos, son consideradas ateas y contraproducentes para la actividad de una maestra destinada a formar niños. Gabriela reclama entonces sus derechos y hace suya la voz de las mujeres de Chile al publicar en La voz de Elqui su artículo «La instrucción de la mujer», en el que exige que todas las mujeres tengan derecho a la educación, y con el cual consigue su nombramiento.
 A partir de este momento emprende su tarea de maestra, que la lleva en pocos años del valle de Elqui a la región sureña de la Araucanía y de allí a las montañas que rodean la ciudad de Santiago en un viaje que le permite captar en toda su diversidad la naturaleza de su verde país e identificarse con la entrega y el servicio a los humildes a través de su vocación docente: «La Maestra era pobre. Su reino no es humano. / (Así en el doloroso sembrador de Israel). / Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano / ¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!».
Son, sin embargo, las experiencias del amor y de la muerte las que van a marcar de forma más definitiva el alma de Gabriela; tenía tan solo 20 años cuando el suicidio de su novio, el joven ferroviario Romelio Ureta Carvajal, viene a dejarle una impronta de angustia y de dolor que aparecerá reflejada posteriormente en sus Sonetos de la muerte: «Te acostaré en la tierra soleada con una / dulcedumbre de madre para el hijo dormido, / y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna / al recibir tu cuerpo de niño dolorido».
Más tarde vendrán otros amores, como el vivido con el poeta romántico Manuel Magallanes Moure, que se encontraba entre el jurado que la premió en los Juegos Florales de Santiago en 1914, y a quien dirige una encendida correspondencia amorosa en la que expresa su soledad y su dolor. A partir del reconocimiento obtenido en este certamen comienza en la vida de Gabriela una etapa fecunda y creativa: publica algunos poemas en la revistaSucesos y entra en contacto con el poeta Rubén Darío, quien publica en la revista Elegancias de París su poema «El ángel guardián» y el cuento «La defensa de la belleza»
Empieza a publicar muchas de sus composiciones: «Los sonetos de la muerte» salen a la luz en la editorial Zig-zag, y en la revista de Educación Nacional aparecen los poemas «La maestra rural», «Plegaria por el nido» y «Redención»; además se la incluye en prestigiosas antologías como la de poetas chilenos, Selva lírica, preparada por Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya. Estas primeras incursiones en las letras van a verse avaladas más adelante por un crítico de la categoría del español Federico de Onís, quien dicta una serie de conferencias sobre su obra a profesores españoles y norteamericanos en la Universidad de Columbia y consigue que el Instituto de las Américas de Neueva York publique en 1922 su primer libro,Desolación. Su verso desnudo, que se opone a la poesía aristocratizante del modernismo, se encuentra, como bien ha señalado Consuelo Triviño, impregnado de un panteísmo en el que la geografía americana llega a ocupar un lugar sagrado y por medio del cual la poeta, que no aspira a captar la belleza de las cosas sino la esencia misma de la vida, empieza a ser conocida en todo el continente.
El filósofo José Vasconcelos la invita a México a colaborar con la reforma educativa y desde ese momento inicia una existencia itinerante que la lleva a Estados Unidos y luego a Europa en un periplo en el que su vida de madre y amante frustrada encuentra en la labor docente y en la poesía la forma de exorcizar su dolor. Durante estos años de constante errancia dicta conferencias en diferentes universidades y se relaciona con algunos de los intelectuales más sobresalientes de su tiempo: Giovanni Papini, Henri Bergson, Paul Rivet y Miguel de Unamuno, entre otros. Ocupa cargos importantes en representación de su país en España, Portugal y Francia, y mientras recorre esos países cargados de tradición y de historia siente que las raíces que la ligan a su tierra crecen con la distancia como un árbol frondoso que se niega a desarraigarse fácilmente del lugar donde ha crecido:
En el campo de Mitla, un día 
de cigarras, de sol, de marcha, 
me doblé a un pozo y vino un indio 
a sostenerme sobre el agua, 
y mi cabeza, como un fruto, 
estaba dentro de sus palmas. 
Bebía yo lo que bebía, 
que era su cara con mi cara, 
y en un relámpago yo supe 
carne de Mitla ser mi casta.
El encuentro con la vieja Europa sólo ha servido para azuzar su nostalgia y permitirle recuperar la imagen de América Latina en Tala y Lagar, dos libros que se nutren de sus paisajes y su esencia, y que sirven de antesala a su gran Poema de Chile, en el que trabaja intensamente durante los años postreros de su vida y que sólo aparece publicado de manera póstuma en 1967, una década después de su muerte.
La poesía de Gabriela Mistral es, como señala Óscar Galindo, «más de la tierra que del aire», y a ella le cabe un papel fundamental en esa amorosa relación entre las personas, la naturaleza y la cultura que desde Vallejo a Neruda han transitado como senda tantos de nuestros poetas.

                                          Nicanor Parra

Biografía. 
Nicanor Parra, el francotirador de la poesía

Por Carmen Alemany Bay
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
Nicanor Parra, «Autorretrato»
Poeta que se siente antipoeta, virtuoso del folclore chileno, artista visual, traductor circunstancial, creador de antidiscursos, profesor de física y de matemáticas, convencido ecologista y muchas cosas más es el escritor chileno Nicanor Parra. Nacido en 1914 en el pueblo de San Fabián de Alico, cerca de Chillán, en el seno de una familia estrechamente vinculada al arte popular, en especial a la canción y a la música, pasará sus primeros años en diversas poblaciones del sur de Chile hasta instalarse en Santiago para realizar estudios de física y matemáticas. Años después completará el estudio de estas disciplinas con estancias en Estados Unidos y en Inglaterra. Esta ecléctica formación que, de manera natural, vincula el folclore popular y lecturas poéticas improvisadas con la racionalidad del espíritu científico marcará una obra peculiar, inédita, inconfundible y distinta.
on los titubeos propios de poeta principiante publicará en 1937 su primer libro de versos, Cancionero sin nombre, un «pescado de juventud» en el que las huellas del poeta granadino Federico García Lorca son más que evidentes. Casi veinte años después, y tras aparecer algunas composiciones sueltas en importantes antologías chilenas y mostrar que su idea de la poesía no se atiene a los cánones establecidos —como lo manifestó montando junto a Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky la poesía-mural Quebrantahuesos, elaborada con recortes de diarios—, editará un nuevo libro, Poemas y antipoemas (1954). Una nueva expresión en la poesía chilena y latinoamericana con la que Nicanor Parra se consagrará como poeta, como antipoeta, rompiendo moldes establecidos. Con un lenguaje trivial y directo, que sin embargo no pierde la esencia de lo lírico, el poeta irá marcando con un incisivo sentido del humor las grietas con las que cotidianamente se enfrenta el hombre contemporáneo.
Esta primera apuesta radical se irá reconduciendo con la entrega de otros libros en los que, si bien no se pierde la estética antipoética, el autor va ejerciendo diferentes probaturas en las que se denota la mezcla del caudal popular con su dominio de los versos tradicionalmente poéticos. Con La cueca larga (1958) demostrará su habilidad para desenvolverse entre los ritmos populares chilenos que no se libran de su estilo paródico con la finalidad de reivindicar la tradición oral. Ironía y parodia a partes iguales emergen enVersos de salón (1962) donde el endecasílabo, verso culto por excelencia, sirve para señalar la caricatura de la poesía: el poeta se enfrenta a la concepción orgánica del poema e incluso del concepto de libro.
La década de los sesenta se cerrará con la publicación de Canciones rusas(1967) y la edición de Obra gruesa en 1969, año en el que obtiene el Premio Nacional de Literatura. Si en Canciones rusas, inspirado en su estancia en la Unión Soviética en 1963, Nicanor Parra abre sus versos a la soledad, a la vulnerabilidad, en su Obra gruesa reunirá su obra poética desde Poemas y antipoemas con la inclusión de inéditos. La reunión de sus composiciones enObra gruesa debe entenderse como el final de una etapa, de una forma de entender lo poético que tendrá su diversificación y renovadas propuestas con la llegada de los Artefactos (1972).
La publicación de Artefactos supone un paso más en la ruptura de los cánones poéticos. Las composiciones que conforman la obra son el resultado de la explosión del antipoema; como explicara el autor, «Los antipoemas estaban cargados de pathos y tenían que reventar», y lo hicieron en forma de tarjetas postales sin numerar presentadas en una caja de cartón y en donde se combinan códigos lingüísticos con visuales. Una propuesta estética que se enriquecerá con otras manifestaciones: sus «news from nowhere» (1975), la publicación en 1983 de Chistes par(r)a desorientar a la (policía) poesía —tarjetas ilustradas por diversos artistas en las que el chiste (como elartefacto), reelabora refranes, aforismos, sentencias, epigramas, eslóganes o titulares de periódico. Un nuevo paso, el de los chistes, hasta llegar a sus «trabajos prácticos» y a sus «artefactos visuales». Un conjunto de trabajos que serían expuestos durante el año 2001 en las ciudades de Santiago de Chile y Madrid.
La visualidad de lo poético, sin embargo, no ha acaparado totalmente la obra de Nicanor Parra sino que, a partir de los años setenta, se enriquecerá con la publicación de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1976), Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979) y en el 2007 con La vuelta del Cristo de Elqui. A partir de un personaje real, el poeta aprovechará la máscara para presentarnos un profeta alucinado y vagabundo, un desheredado que anuncia nuevos evangelios con el objeto de crear un discurso de crítica desgarrado y cruel sobre nuestro mundo.
Esta impostura ante el mundo se reafirmará con sus «discursos», que comenzaron con el dedicado a Pablo Neruda, en 1962, cuando éste se incorporó como miembro académico de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, y que se han enriquecido notablemente en las últimas décadas, casi siempre a propósito de algún homenaje al antipoeta. Muestra de ello son «Mai mai peñi. Discurso de Guadalajara» (Premio Juan Rulfo, 1991); «Happy Birthday» (homenaje al natalicio de Shakespeare, 1993); «Discurso de la Alameda» (con motivo del homenaje por sus ochenta años, 1994); «Also Sprach Altazor» (Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, 1995; Cartagena, 1993); «Discurso del Bío-Bío» (Universidad de Concepción, Chile, 1996); «Aunque no vengo preparrado» (Universidad Austral, 1997) o «No me explico Sr. Rector» (Universidad de Chile, 1999). Estas muestras alternativas de la literatura fueron recogidas en Discursos de sobremesa, editado en 2006.
En algunos de estos discursos, como el ya citado «Mai Mai Peñi» o en «Aunque no vengo preparrado», el escritor denunciará los crímenes ecológicos y su acusación se convertirá en una seria apuesta que ya empezó a despuntar en algunos poemas de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui y que persistirá en sus Ecopoemas (1982); también en su adhesión a la «Propuesta de Daimiel», manifiesto de principios promulgado por el valenciano Joseph Vicent Marqués en 1978; o en la participación en Pichanga: profecías a falta de ecuaciones (1992), un proyecto en el que Parra colaborará con el grupo de rock Congreso, que puso música a algunos ecopoemas con el fin de colaborar en la campaña internacional a favor de los derechos del niño.
Esta incesante actividad de francotirador, de negador de lo establecido, de impenitente crítico de dogmas religiosos o políticos, no ha sido óbice para que haya tenido los más altos reconocimientos en su país (Premio Municipal de Santiago, por Cancionero sin nombre [1938]; Premio del Concurso Nacional de Poesía. Sindicato de Escritores de Chile [1954]; Premio Nacional de Literatura [1969]; doctor honoris causa de la Universidad de Concepción, Chile [1996]; Premio Luis Oyarzún, Universidad Austral de Chile [1997]; doctor honoris causa, Universidad del Bío-Bío, Chile [2000]; Premio Bicentenario, Corporación Cultural de Chile y Universidad de Chile [2001], entre otros), pero también fuera de sus fronteras (Premio Richard Wilbur. Asociación Americana de Traductores [ ALTA] [1985]; doctor honoris causa, Universidad de Brown, Estados Unidos [1991]; Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo [1991]; Honory Fellow, College Saint Catherine, Universidad de Oxford, Inglaterra [2000]; Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, etc.). A estos reconocimientos habría que añadir las continuas postulaciones al Premio Nobel que se han llevado a cabo desde diversas geografías y organismos académicos para encumbrar definitivamente a este activista de la literatura.
Tal vez podríamos terminar estas palabras, que marcan un perfil biográfico, diciendo que lo importante y lo decisivo de la obra de Nicanor Parra no sólo ha sido lo que ha querido decir, sino, y quizás lo más concluyente, lo que ha querido hacer.
Retrato de Pablo Neruda
                                                          Pablo Neruda



Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, nombre auténtico de Pablo Neruda —seudónimo que utilizó por primera vez en 1920 y adoptó desde 1946—, nació el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, pero se crió en
la localidad de Temuco, entre «la poesía y la lluvia», como diría en sus memorias. Sus padres fueron Rosa Basoalto, que murió de tuberculosis cuando tenía un mes de nacido, y José del Carmen Reyes, quien abandonó el campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco. Neruda aprendió a amar la naturaleza en sus años de infancia, durante sus recorridos en tren hacia la exuberante vegetación de Boroa. La región había sido en el pasado escenario de enfrentamientos entre los conquistadores españoles y los araucanos, que con el tiempo fueron despojados de su territorio y posteriormente aniquilados por los colonos protagonistas de la «pacificación de la Araucanía». Esas frías y húmedas tierras australes, bordeadas por el más puro océano Pacífico, emergen en una poética de la desesperanza, de la soledad del ser humano y del amor, como en Veinte poemas de amor y una canción desesperada, libro que llevó a su autor a los circuitos internacionales y le dio una fama similar a la de Rubén Darío, hasta hacerlo merecedor del Premio Nobel en 1971.

Poco se ha hablado de la infancia del joven Neftalí, pero conviene señalar que estuvo marcada por extrañas relaciones filiales. El padre contrajo segundas nupcias con Trinidad Candia Marverde. Neruda conservó de ella los recuerdos más gratos, pero en cambio no tuvo ninguna relación con el hermano mayor, nacido de la relación clandestina entre su padre y Trinidad. El afecto fue para la hermana menor, fruto de una nueva infidelidad del padre, que la esposa acogió en su seno. Neruda establecería con Laura Reyes, que así se llamaba su hermana, una complicidad de la que queda constancia en la amorosa correspondencia que mantuvo con ella. A Laura le confió su pasión por la poesía, a la que se entregó desde que inició sus estudios en el Liceo de Varones de Temuco.

Al terminar el bachillerato continuó con los estudios de francés y más tarde, en la Universidad de Santiago, siguió la carrera diplomática. A la edad de 16 años adoptó como seudónimo el apellido del poeta checo Jan Neruda. Su primera publicación fue el artículo «Entusiasmo y perseverancia», aparecido en el diario de Temuco La Mañana. Animado por la ya reconocida poeta Gabriela Mistral, que trabajaba como directora del vecino Liceo de Niñas de la misma localidad, Neruda se inició en la lectura de los clásicos rusos. Tres años más tarde ganó el primer premio de la Fiesta de la Primavera de su ciudad con unos poemas firmados con el nombre que lo da a conocer como una de cimas de la literatura en lengua española. En 1920, lo encontramos en una frenética actividad cultural, como presidente del Ateneo Literario del Liceo de Temuco y como secretario de la asociación. Muchos de los poemas publicados en esa etapa se recogen en la primera edición de Crepusculario, de 1923, realizada gracias a un préstamo del crítico chileno Hernán Díaz Arrieta. Al año siguiente publica Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Estos primeros libros, influidos aún por el modernismo, refieren la melancolía y el dolor por la ausencia de la mujer amada. En 1925 dirige la revista Caballo de Bastos, y es a partir de entonces cuando se propone una renovación formal de intención vanguardista en tres breves libros: la novela El habitante y su esperanza; el poemario Anillos, escrito en colaboración con Tomás Lago; y Tentativa del hombre infinito.
En 1927 inicia la carrera diplomática, que lo lleva por tierras de Birmania, Singapur, Java, China, Argentina, España y París, donde conoce al poeta peruano César Vallejo, a quien le unió una amistad de por vida. Posteriormente viaja a México, Guatemala y Cuba. El diario argentino La Nación publica sus crónicas de viaje. En 1930, durante su etapa de cónsul en Batavia (Java), se casó con María Antonieta Agenaar, joven holandesa con quien regresó a Chile en 1932 y con quien tuvo a su hija Malva Marina, nacida en 1934 y fallecida a los ocho años. De 1933 es la primera edición de El hondero entusiasta, un libro influido por el uruguayo Sabat Ercasty y cuyos poemas formarán parte de Residencia. Ese mismo año es nombrado cónsul en Buenos Aires, donde conoce a Federico García Lorca, que llegó a esa ciudad a estrenar su obra Bodas de sangre.
De Buenos Aires se trasladó a Barcelona y luego a Madrid, de modo que reside en España entre 1934 y 1936. En este país conoce a Miguel Hernández, León Felipe, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Jorge Guillén, Luis Rosales, etc. A ellos lo unió una fraterna amistad basada en la solidaridad, y sobre todo en la alegría. La Castellana y el barrio de Argüelles fueron los lugares más transitados por estos poetas, que iban de la madrileña cervecería de Correos hasta la Casa de las Flores, donde residía Neruda. En la cripta de Pombo conoce a Ramón Gómez de la Serna, el acumulador de un universo secreto que cambiaría la sintaxis del idioma, imprimiendo su huella en él, según sugiere en sus memorias. En cambio, el encuentro con Juan Ramón Jiménez, que muy poco tenía que ver con estos jóvenes, fue menos feliz, sobre todo porque las posturas estéticas de éste chocaban con la nerudiana idea de la poesía: «Una poesía impura, como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actividades vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilias, profecías, declaraciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones, impuestos». En 1935 Neruda dirige la revista Caballo Verde para la Poesía a petición de su fundador, Manuel Altolaguirre, quien le presenta a Delia del Carril, su segunda esposa, de quien se separará en 1956.
El asesinato de Federico García Lorca en Granada el verano de 1936, al comienzo de la guerra, lo afectó tanto que en sus memorias confesaría: «[...] la guerra de España, que cambió mi poesía, comenzó para mí con la desaparición de un poeta». Por su apoyo a la República fue destituido de su cargo consular. Cuando se acercaba la derrota de la República se editó España en el corazón,poema que hará parte de Tercera residencia. De individualista y hermética, su poesía pasará a ser mucho más comprometida social y políticamente. El libro había sido editado en medio de la adversidad y tanto Manuel Altolaguirre como muchos de quienes trabajaron en la imprenta emprendieron la larga marcha hacia Francia, acarreando entre sus pertenencias sacos de ejemplares que sufrieron las consecuencias de los bombardeos.
En 1939, el gobierno chileno del Frente Popular lo nombra cónsul
en París y a cargo de la inmigración española. Organiza el viaje delWinnipeg, barco fletado por el gobierno de la República española para llevar refugiados a Chile. Al año siguiente es nombrado cónsul general
en México. Al regresar de su cargo, en 1943, visita en Perú las ruinas
de Machu Picchu de donde surge el célebre poema Alturas de Machu Picchu. En 1945, ya en su país, fue elegido senador por el Partido Comunista y galardonado con el Premio Nacional de Literatura. En 1948, el presidente chileno Gabriel González Videla abrió una campaña de persecución contra los sindicatos y la oposición, que llevó a Neruda
a la clandestinidad y el exilio. A raíz de la ilegalización del Partido Comunista, en 1949 el poeta se refugió en varios países europeos, Francia e Italia entre ellos. En 1950 recibe el Premio Internacional de la Paz. Dos años después regresa a su patria temporalmente y vuelve a ser distinguido con otro premio, esta vez el Stalin de la Paz, en 1953.

En 1958 Neruda publica Estravagario, libro que implica un cambio en su poesía, en cuanto que recupera el sentido del humor de algunos de sus primeros textos, supera el dramatismo, es mucho más lúdico y vuelve a reencontrarse con la vanguardia, incluso con el surrealismo. Por estas fechas se ha consolidado como uno de los poetas más grandes de la lengua y como una figura pública de relieve internacional. En 1962 es nombrado académico de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Nicanor Parra, miembro de la Facultad de Ciencias Físicas, lee el discurso de presentación. En 1965 se le otorga el título de doctor honoris causa de la Universidad de Oxford. En 1966 se casa con quien será su compañera el resto de la vida, Matilde Urrutia, después de llevar ese amor en secreto durante diecisiete años.
En 1969 se le nombra miembro honorario de la Academia Norteamericana de Artes y Letras y doctor honoris causa de la Universidad Católica de Chile. El Partido Comunista de Chile lo designa como precandidato para las elecciones presidenciales de septiembre del año siguiente. A comienzos de 1970 renuncia a su candidatura en favor de Salvador Allende. Publica en ese año: Maremoto,La espada encendida y Las piedras de Chile. En 1971 viaja a Estocolmo a recibir el Premio Nobel de Literatura. A partir de abril de ese año representa al gobierno de la Unidad Popular en Francia como embajador. En 1972 recibe el Premio Lenin de la Paz. Ese año regresa definitivamente a Chile y es aclamado por el pueblo chileno con un apoteósico homenaje en el Estadio Nacional de Santiago. En 1973, a raíz de las elecciones parlamentarias del mes de marzo, publica Incitación al nixonicidio y Alabanza de la revolución chilena. El 11 de septiembre de 1973 se produce el derrocamiento del presidente constitucional Salvador Allende; las casas de Neruda en Santiago y Valparaíso son destruidas por los militares y la vida del poeta se apaga doce días después, el 23 de septiembre, dejándonos en muchos de sus versos la intuición de lo que está más allá de la muerte: «No crean que voy a morirme, me pasa todo lo contrario, sucede que voy a vivirme, sucede que soy y que sigo».

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